ARTE A CUERPO DE REY
El Hotel Estela Barcelona proyecta un espacio divulgativo de la obra de uno de sus huéspedes más ilustres, Josep Puigmartí
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DIARI DE VILANOVA
Por Ramon Francàs Fotos: C.C.Flores
El artista Josep Puigmartí, que hace 17 años que crea y vive en el Hotel Estela Barcelona de Sitges, podría disponer al lado de este hotel de cuatro estrellas de una fundación con un espacio expositivo permanente. En el centro, que se sumaría al espacio de arte contemporáneo que dispone en la Guingueta d'Ix (Bourg-Madame), se expondría y divulgaría obra de todas las etapas de este excéntrico y prolífico creador de 78 años de de edad. Los propietarios de este establecimiento conocido como el Hotel del Arte, los ingenieros Antonio Almazor y Francesc Castellví, proyectan crear el centro de interpretación de Puigmartí invirtiendo alrededor de 6 millones de euros. La iniciativa se pretendía integrar en el macroproyecto municipal, con el que Sitges había proyectado en la anterior etapa municipal convertirse en referente internacional de la economía de la creatividad apostando por el arte. El ex-alcalde de Sitges, Jordi Baijet, asegura que el Hotel Estela Barcelona ya es uno de los Cau Ferrat del siglo XXI que quería impulsar siguiendo el ejemplo de la que fue casa-museo del modernista Santiago Rusiñol. El ex-alcalde entiende que la obra de Puigmartí ha adquirido en Sitges una densidad y madurez que sitúa su trabajo entre los de más interés de los componentes de la generación que, en los años sesenta, decantó la pintura catalana hacia la modernidad.
Baijet ve a Puigmartí como un genio. Por todo ello el ex-alcalde se comprometió a trabajar para convencer tanto al Gobierno español como a la Generalitat de la bondad de un proyecto que tiene como principal inconveniente situarse en suelo de dominio público marítimo terrestre. El espacio, de 4.000 m2 repartidos en dos plantas, pretende situarse bajo la actual zona ajardinada del hotel. El proyecto ya está perfilado y se espera comenzar las obras en un año.
Puigmartí asegura que hace años que trabajan en el proyecto y que se siente afortunado ya que no muchos artistas pueden llegar a este nivel.
Puigmartí, que cada día se levanta a las cuatro de la madrugada para empezar a pintar sin ideas preconcebidas, ha convertido el Estela Barcelona en su cuartel general. Estos días pinta mirando al multiuniverso, las perlas que creó la gran explosión del Big Bang, entre las que incluye a los humanos. En sus telas tampoco faltan aliens. Dice que vive de descubrir y no perder el tiempo copiando cosas mejores de lo que se pintará.
Se define como un creador emocional a quien no le interesa pensar. Las salas y paredes del hotel están llenas de sus cuadros, compartiendo protagonismo con unas 300 piezas de Subirachs, con una escultura de Dalí, con obra de Antoni Tàpies o Modest Urgell o con un impresionante Meifren valorado en unos 480.000 euros.
No hay rincón sin esculturas o telas. Incluso 16 de las 64 habitaciones han sido decoradas desde 1993 por artistas como Antoni Xaus, Joan Iriarte, Ramon Moscardó, Grau Garriga, Subirachs o el mismo Puigmartí. La clientela del hotel y los coleccionistas pueden adquirir obra, lo que ha supuesto una acertada diversificación para un hotel que cerró el último año con una facturación de 2,5 millones de euros y que vio, con la crisis, como se pasaba del medio centenar de convenciones recibidas en 2009 a sólo las cuatro de 2010.
Eso sí, niegan que el Estela Barcelona sea una galería de arte, un negocio que consideran propio del siglo XIX.
Puigmartí crea sus obras en el mismo hotel o en un espacio de 400 metros justo delante de la playa de la Marina de Aiguadolç, que también es propiedad del Estela Barcelona y en el que duerme en el suelo junto a sus cuadros. Los propietarios del hotel aseguran que ponen a su disposición, además de su manutención, el medio centenar de trabajadores del establecimiento. Tiene 50 chóferes y, si hace falta, lo acompañamos incluso al médico, asegura Francesc Castellví. Los propietarios del hotel reconocen, de hecho, que Puigmartí dispone de barra libre y que vive en el Estela Barcelona a cuerpo de rey. Aseguran, sin embargo, que el arte es nuestro valor añadido, somos únicos en el mundo. Añaden que el arte catalán es realmente muy apreciado fuera de nuestras fronteras. Josep Puigmartí apunta que lo verdaderamente importante no es donde se duerme sino dormir bien, y que la única diferencia de vivir en un hotel es tener la cocina a su disposición.
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Una personalidad insólita dentro de la plástica catalana
Josep Puigmartí nace en Monistrol de Calders en 1932. Ya a los 11 años expone por primera vez y desde entonces dedica su vida íntegramente a la pintura y al arte.
Emplea y experimenta con todo tipo de materiales. Según se afirma en su propio blog, "su gran carrera profesional reconocida en todo el mundo, se podría decir que consta de varias etapas relacionadas con sus circunstancias: sus grandes amores en diferentes países, que le han marcado en su obra, ya fuera por una gran pasión o la destrucción que le ha ocasionado el mismo amor". Ha expuesto en España, Estados Unidos, Japón, Suecia, Dinamarca, Francia, Inglaterra, China, Italia, Suiza, Mónaco, Shanghai...
Josep Puigmartí, artista transgresor como pocos, es una personalidad un poco insólita dentro de la plástica catalana de la segunda mitad del siglo XX. En 1956 Puigmartí realizaba una obra que se fue decantando hacia cierto esquematismo expresionista, dando mucho valor a las zonas del fondo y del interior de las propias figuras y un minucioso trabajo matérico que recuerdan la pintura modernista austríaca.
En los años 60, empujado por el dinero fácil y la diversión de los ambientes frívolos, trabaja como modelo publicitario. Acude con frecuencia a las fiestas organizadas por Salvador Dalí y se deja arrastrar por la curiosidad del momento.
Realiza su segunda exposición en Barcelona y desarrolla una obra al margen de los contenidos conceptuales, sin búsqueda de simbologías, mensajes y desarrollos literarios.
En 1972 Puigmartí tiene su residencia en París y unos meses más tarde presenta su primera exposición personal "himno a la mujer". Puigmartí se dedicó hasta 1989 a pintar a la mujer.
Otra tendencia que afectó el arte a nivel mundial fue el Pop Art, sobre todo por la influencia de artistas americanos como A. Warhol o Tom Wesselman. A finales de los 60 la aceptación que tenían sus litografías en Japón le llevó a realizar varios viajes a Tokio donde trabajó incansablemente en nuevas maquetas originales. Su contacto con la Silver Cloud Galleries de Pacific Beach, California, le llevó a trasladarse a Estados Unidos. Era el año 1984, y residió en este país hasta 1989. Asia, Europa, Estados Unidos... y finalmente otra vez en casa junto al mediterráneo natal.
Es en el Hotel Estela Barcelona de Sitges donde Puigmartí realiza en los años 90 el cambio más importante de su vida. Abandona su vida de vagabundo y es en el loft superior del hotel donde instala inicialmente su estudio en 1995. El cambio formal se concreta en dos hechos: desaparecen aquellas mujeres maniquíes de frío y perfecto trazo y la línea adquiere el protagonismo radical que nunca había tenido en la obra de Puigmartí.
La mirada humana siempre había sido su gran paisaje. Esta filosofía del ojo, en parte memoria, en parte observación, la practica constantemente. Que te miren y mirar: ésta ha sido su obsesión. En la década de los 90 Puigmartí desarrolla la creación tridimensional, lo que diríamos esculturas u objetos, y que el propio artista llama "cosas". Estas cosas siguen la tradición dadaísta, la tradición del arte pop en la que los objetos se construyen a partir de otros objetos, cambiando su sentido. Realiza actos automáticos en la selección de los elementos encontrados. Ahora le seduce el hecho de dedicarse por completo a su trabajo y se entrega a una febril actividad creadora.